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Inmaculada López Varona

Inmaculada López Varona, la memoria autonómica de EFE

El pasado 7 de mayo, tres días después de regresar de un viaje por Estados Unidos y año y medio después de haberse jubilado, una parada cardiorrespiratoria se llevó inesperadamente a Inma y dejó un inmenso vacío en su familia y sus amigos.

Inma nació muy cerca del día de la Inmaculada, un 16 de diciembre de 1957, y celebraba las dos fechas, su santo y su aniversario, por todo lo alto. Era la pequeña de una familia numerosa que siempre estaba presente en sus conversaciones y que adoraba. Sin conocerlos, todos sabíamos quiénes eran sus hermanos y sus sobrinos, cómo habían sido sus padres y lo triste que fue despedirlos. La ayudamos entonces, como cuando el cáncer se llevó a Tomás Cerro, compañero de vida y de trabajo y el amor más firme, el que se tuvieron ambos, del que hemos sido testigos en la Agencia EFE.

Porque Inma era la memoria de EFE. Lo fue durante casi 40 años, los que trabajó en la agencia primero en la delegación de Pamplona y luego en la Sección de Autonomías a la que dedicó su buen hacer profesional.
Memoria de EFE, de la historia de la empresa y de todos los que por ella pasaron desde 1982, el año en el que entró, el año en el que del triunfo socialista y una democracia que empezaba a consolidarse surgió una ola de libertad a la que Inma se subió y de la que nunca se apeó ya.

Memoria de España, del Estado autonómico, de 25 ministros y responsables de la política territorial cuyo respeto, y el de sus equipos, se ganó. Uno tras otro.

Memoria para todos los que acudíamos a pedirle ayuda en una información -la distribución autonómica y local y las relaciones entre instituciones territoriales del Estado- que, pese a su aridez, hacía amena con anécdotas y chascarrillos.

Porque Inma -como buena periodista de agencia- tenía esa habilidad, hacía que todo pareciera más fácil, que fuera legible y ameno.

No presumía de eso. Le gustaba hablar de los seis años que pasó en Pamplona, en una de las peores etapas del terrorismo de ETA, que sacudió esa comunidad en varias ocasiones con atroces atentados. Un duro aprendizaje que le sirvió para conocer la esencia de EFE, la rapidez en dar una noticia, la veracidad, la fiabilidad de las fuentes...

Dejó muchos amigos allí, pero en Madrid encontró a Tomás. Todos los que fueron sus jefes acabaron siendo sus amigos. Alguno, como Paco Villanueva, acabó siendo uno de los mejores.

En Autonomías -que nunca quiso dirigir, pese a que se lo ofrecieron en más de una ocasión- pasó casi 35 años hasta su jubilación en diciembre del año 2022. Era la hemeroteca más fiable para todos los que pasamos por allí en algún momento.

Amable, divertida, sin pelos en la lengua, tenía una memoria de Guinness y una curiosa afición por las grabadoras de cinta magnética tradicionales, a las que nunca renunció, ni con todos los avances tecnológicos al alcance de su mano. Si alguien encontraba una vieja cinta en casa se la llevaba a Inma para que tuviera recambios.

Viajera impenitente, devoradora de libros, era amante del cine, de las plantas y, sobre todo, de la familia. Viajó con Tomás por todo el mundo, un viaje anual en septiembre que programaban durante meses. Hasta dos veces hicieron el transiberiano. Y siguió haciéndolo después, con su familia o sus amigos, con la misma ilusión por conocer y disfrutar de la vida.

Porque Inma disfrutaba de la vida, de sus amigos, del ocio, de los viajes y del trabajo. De las ruedas de prensa soporíferas de las que venía hablando muerta de la risa y de las interminables comisiones del Senado con mociones territoriales que, repetía sin parar, se vendían muy bien en los periódicos locales. "Tú es que no tienes ni idea", decía.

En los últimos años cambió su ritmo y se acostaba temprano, pero se levantaba antes de que amaneciera. A las ocho de la mañana ya podía haberse leído 30 páginas del libro que tuviera en ese momento entre manos, ya electrónico casi siempre, a eso sí se adaptó, y sobre todo de novela negra.

Inma se ganó siempre el respeto de todos sus compañeros. Nosotras tenemos el orgullo de habernos ganado el suyo.


Rocío Antoñanzas y Eva Santos
14 de mayo de 2024