Este Jueves Santo, 9 de abril de 2020, en mitad de la tragedia del COVID-19, ha muerto Javier Arias.
Amigo y testigo de los últimos 50 años de su vida, quiero dejar claro que hablo de un hombre honesto, bondadoso y afable, y de un periodista con gran sentido de la responsabilidad, conocedor y amante de este oficio grande y humilde en los tiempos grandes de la Transisición, tocados del bárbaro terrorismo etarra.
Javier sentía, como he visto a pocos, un gusto y respeto por la noticia, como humilde reina de la información; núcleo central de lo que se cuenta, llena del calor y el afán de transmitir con rigor lo que sucede, sin que permita el regodeeo y el toque personal de lucimiento inadecuado del autor.
Javier trabajó en revistas, como “Tribuna”; en periódicos, como “Nuevo Diario”; en agencias, como EFE, y en Radio Nacional de España, en aquella Última Edición que abríamos, días y días, más bien noches y noches, con asesinatos terroristas.
Devorador de periódicos, permaneció fiel como comprador y lector hasta casí el último día de su vida; tampoco dejaba de oír tertulias. Para conocer la actualidad política, y no sólo esta, lo mejor era acudir a Javier, que siempre la analizaba sin que le faltara su sentido del humor serio.
Fiel he dicho. Fiel en todo: familia, amistad, creencias. Todo sin intransigencias ni soberbias.
En tiempos en los que no viajaba apenas nadie, hacía sus escapadas con Mau, su mujer de siempre. De no mucho teatro y pasión por el cine. Los amigos que estuvimos en su boda y cuando nació su hija Montaña -y seguimos vivos algunos- no hemos podido verlo ni en el hospital ni en el entierro. No se merecía esto. Como tantos.
Manuel Gómez Ortiz
Javier Arias Camisón era Asociado Vitalicio de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), con el número 208. Ingresó en esta asociación en el año 1971. La Junta Directiva transmite su más sentido pésame a los familiares y allegados.
1 Comentario
ANTONIO MARIA CAMPOS SANABRIA
11/05/2020 13:41
Fuimos compañeros en Efe y vecinos en la Ciudad de los Periodistas. Cuando nos encontrábamos por "el barrio", cruzábamos palabras y sonrisas. Lo consideraba una buena persona, amable y correcta. Descanse en paz.