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Andrea Quintero: ‘Cuando mi padre se enfrentaba a un entrevistado, el primer deseo que tenía era conocerle’

03/10/2023

08:55

Escrito por: María Jesús García

La hija de Jesús Quintero nos habla del mítico periodista, a propósito del libro que acaba de salir a la venta con algunas de sus entrevistas.

La hija de Jesús Quintero, Andrea, durante la entrevista. Foto: APM

Memoria del silencio. El mundo desde la colina es el título del libro que la editorial Temas de Hoy acaba de lanzar, con la selección de algunas de las mejores entrevistas realizadas en radio y televisión por el periodista Jesús Quintero, fallecido hace ahora un año.

La obra, en la que han participado sus hijas Andrea y Lola, cuenta también con la colaboración de Joana Bonet y con un prólogo de Raúl del Pozo. Se incluyen además varios de los textos -algunos de ellos inéditos- que leía en sus programas, de nombres tan inolvidables como El loco de la colina, El perro verde, Ratones coloraos y El vagamundo, emitidos en TVE, RNE y Canal Sur.

Las conversaciones de este comunicador forjaron, según apunta Bonet en el libro, un estilo “obstinado en seguir promoviendo un periodismo basado en la atención respetuosa a las diversas maneras de vivir y pensar, la escucha activa -sin interrupciones- y el compromiso con la verdad, para contribuir a una sociedad más libre”.

Andrea Quintero estuvo en la APM unas horas antes de la presentación oficial del libro en el Ateneo de la capital y Apmadrid.es pudo hablar con ella sobre el legado de su padre, sobre su forma de entender esta profesión; pero, ante todo, sobre el arte de conversar para conseguir una entrevista de calidad, lo que él llamaba “un retrato verdadero”.

- ¿Cómo surgió la idea del libro?

- Fue conjuntamente: de la editorial y nuestra. Lola y yo teníamos en mente hacer un homenaje parecido. Creíamos importante ofrecer un retrato de mi padre a través de sí mismo, que es la manera más justa de representarle: porque si a él ya le costaba definirse, hacerlo desde fuera ya es imposible. Planeta nos hizo una propuesta, y nosotras pensamos en plantearla alrededor de los grandes temas sobre los que preguntó (el amor, la locura, la libertad, la utopía…), ya que nos parecía que era una manera bastante interesante de hacerlo.

- Fueron cerca de 5.000 entrevistas las que hizo. ¿Cuál ha sido el criterio para seleccionarlas?

- Ha sido bastante complicado, sí. Siempre se ha buscado que fueran entrevistas que, tanto por el personaje como por el contenido, representasen el tema elegido. Esta estructura nos ha ayudado mucho a poder filtrar. Hemos intentado hacer una selección muy representativa. Por ejemplo, en el capítulo en torno a la locura, incluimos la entrevista a los “médicos del alma”, que es como llamaba mi padre a los psiquiatras, y a la radio de los locos de La Colifata.

Andrea Quintero, firmando un ejemplar del libro-homenaje a su padre. Foto: APM

- Han tenido acceso a su archivo privado, a sus papeles y guiones. ¿Lo tenía todo organizado?

- No, mi padre no tenía nada ordenado [ríe]… El tema de las reflexiones ha sido lo más caótico de seleccionar, porque algunas estaban impresas en carpetas, agrupadas por él mismo, y otras veces no, o en un montón de archivos. Leer y leer reflexiones nos ha llevado mucho tiempo. Las entrevistas, por suerte, están todas digitalizadas: 10.000 horas de radio y televisión, que se encuentran actualmente en San Juan del Puerto, en su pueblo natal, en el centro de interpretación que abrirá sus puertas el próximo año, un proyecto que él empezó también.

- ¿Qué era una entrevista para su padre? ¿Qué le interesaba del personaje?

- Lo que más le interesaba era aprender. Cuando se enfrentaba a un entrevistado, el primer deseo que tenía era conocerle, conocer en profundidad a la persona que tenía delante, con los oídos abiertos de verdad, no solamente ir buscando un titular. Cuando tú te enfrentas a una persona con interés real por lo que quiere decir, creo que las cosas salen como a él le salían y las preguntas son mucho más certeras.

- Entrevistó a Borges, Vargas Llosa, políticos de toda índole. ¿Hay alguna persona a la que hubiera querido entrevistar y que finalmente no pudo?

- Siempre se le quedó pendiente el papa. Y hubiera empezado la entrevista -lo comentó con Iñaki Gabilondo- preguntándole si creía en Dios.

- ¿A alguno más?

- También a Pedro Sánchez le hubiera gustado.

- A su juicio, ¿cuál fue la mayor virtud de su padre como entrevistador? ¿La capacidad de escucha? ¿Saber crear un clima íntimo, de confianza?

- Creo que es una combinación de muchísimos factores. Como comunicador realmente tenía un don, porque comunicaba con la mirada, con todo su cuerpo y con todo él era capaz de crear esta atmósfera. Por supuesto, se rodeaba del mejor sonido, la mejor iluminación, los mejores decoradores, pero es que él tenía esa presencia, esa atmósfera iba con él. Virtudes, muchísimas; pero, sobre todo, la capacidad de escucha, y esa complicidad que desarrolla con el entrevistado. No iba a la confrontación, nunca planteó una entrevista como un interrogatorio, que es lo que se hace habitualmente, sino como una conversación.

- En Jesús Quintero entrevista al Loco de la colina” se pregunta a sí mismo cuál es su mayor extravagancia. Y se contesta: “Pensar que un periodista está aquí para contar la verdad”. ¿Ese era su objetivo?

- Sí, totalmente. En todo, como periodista y también como persona. Mi padre era muy sincero y transparente, y yo considero que eso le hacía muy extravagante. No es frecuente encontrarte a alguien que te hable desde el alma, con tanta sinceridad, en cualquier contexto. Te desarmaba y te invitaba a hacer lo mismo.

- Rosa Ponce, la editora, dice en el libro que una de sus preocupaciones era que el periodismo de calidad se estaba perdiendo, sobre todo en televisión, y no entendía el éxito de la telebasura. ¿Este hecho le condicionó tanto como para dejar este medio?

- Sí, porque él nunca estuvo dispuesto a cambiar su estilo ni a sacrificar sus valores. Prefería apartarse. Y realmente fue apartado, pues ya no le daban espacio a este tipo de comunicadores. Es una pena, porque creo que lo necesitamos más que nunca. Estamos acostumbrados a recibir una información de forma rápida, en píldoras superficiales, que no dan contexto ni profundizan en nada, y mañana se nos olvidan. El programa de mi padre era todo lo contrario, eran conversaciones que acababan y te acompañaban dos o tres días. Hablaban de cosas que realmente nos interesan a todos, y en las que todos somos iguales: el amor, el dolor, los sueños.

- ¿Descubría a la persona más que al personaje?

- Exactamente, yo diría que descubría a la persona, a pesar del personaje.

 

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